Con la saturación de la industria de la belleza, ya no basta con que los productos ofrezcan resultados. Para ganarse el corazón de los amantes de la belleza, las marcas apuestan por que los clientes sientan algo: convertir un producto de cuidado de la piel corriente en una experiencia o un acontecimiento que merezca la pena repetir. Del mismo modo que los productos nocturnos preparan para un sueño reparador, una nueva categoría llamada "neurocosmética" está ganando popularidad en el aspecto emocional de las rutinas de cuidado de la piel.
El concepto de neurocosmética se basa en el hecho de que las hormonas producidas por el cerebro pueden influir en el funcionamiento de la piel. Por ejemplo, si está estresado o atraviesa un periodo traumático, puede desarrollar acné. En cambio, durante un periodo feliz, la piel puede lucir fresca y radiante.
"La piel y el cerebro comparten el mismo origen embrionario, lo que convierte a la epidermis en una prolongación del sistema nervioso", explica a PS el fundador de la marca, Cedric Rimella. "Esta conexión significa que los estados mentales repercuten en la salud de la piel y viceversa. La neurocosmética explora esta doble comunicación, con el objetivo de mejorar el bienestar tanto de la piel como de la mente a través de ingredientes neuroactivos."