La industria cosmética habla mucho de ingredientes activos y de cómo hacer llegar sus beneficios a la piel. Los ingredientes funcionales neurocosméticos son diferentes, no sólo tienen una acción directa sobre la piel, sino que también se comunican con el sistema nervioso y pueden afectar potencialmente a las respuestas del cerebro a los tratamientos tópicos y orales.
De hecho, muchas emociones como el estrés y la felicidad se sienten a nivel cutáneo, lo que da lugar a diferentes reacciones de la piel como palidez, rubor o resplandor. Los mecanismos de conexión entre la piel y el cerebro deberían ser útiles a la hora de elegir ingredientes funcionales que puedan interactuar con ambos sistemas y lograr resultados específicos. Hay una serie de ingredientes naturales que pueden cumplir esta doble función de actuar sobre el sistema nervioso para proporcionar los beneficios de mejorar el "bienestar" manteniendo su uso tópico.
Los ingredientes funcionales neurocosméticos pueden actuar siguiendo dos mecanismos principales. El primero actúa directamente sobre las terminaciones de las fibras nerviosas cutáneas, como moduladores de la liberación de neurotransmisores. Un ejemplo son los péptidos botulínicos que favorecen la relajación de la musculatura facial para lograr el alisamiento de las arrugas. También pueden actuar modulando las funciones de células no nerviosas como moléculas agonistas/antagonistas de los receptores de neuropéptidos o moduladoras de los efectos de los neurotransmisores.
En conclusión, los ingredientes funcionales neurocosméticos, al actuar sobre las interacciones entre la piel y el sistema nervioso, pueden desempeñar un papel importante en el equilibrio de la piel, proporcionando un efecto calmante, lo que se traduce en una piel más suave, radiante, sana y con menos arrugas, contribuyendo a la reducción de la respuesta inflamatoria.